Yo bailo con el párkinson
La vida me puso un compañero de baile al que yo no elegí, pero al que tuve que aceptar hace casi 9 años, cuando me diagnosticaron la enfermedad.
Muchas las cosas cambiaron en mi vida. No fue fácil, pero mi marido y mi hija me ayudaron a salir adelante. Aún recuerdo aquella tarde, cuando mi hija, con la inocencia de sus 5 años, señalándome un gimnasio, me dijo: «Mami, tú tienes que ir ese gimnasio para que se te cure la pierna» . Y así empezó todo: mis clases de pilates y zumba.
El baile ha sido algo que me ha gustado desde niña, no es que sea una bailarina profesional ni nada por el estilo. Simplemente he disfrutado siempre de la música y el baile en cuanto he tenido ocasión. Pero nunca pensé que podía llegar a tener una enfermedad que me limitara a la hora de hacer lo que tanto me gustaba.
Aún recuerdo mi primera clase de zumba recién diagnosticada. Sonó la música, yo estaba emocionada, ¡era una salsa, bien!, pensé yo. Pero no fue nada bien. ¿Qué me estaba pasando? El cuerpo no respondía. No era capaz de seguir el ritmo. Lloré amargamente. No era justo. Si además de caminar con dificultad, ahora tampoco podía bailar ¿ cómo iba a poder seguir adelante?
Pero el tiempo pasó y con la ayuda del tratamiento, animada siempre por mi familia y la monitora, seguí practicando y poquito a poco fui ganando movilidad, coordinación, ánimo y ganas de seguir adelante. Tanto es así que llegue a sacarme el título de Shakari (Monitora de Shaka Dance para personas con limitaciones).
Este curso, fue, sin duda alguna, una de las mejores experiencias que tuve en mucho tiempo. En mi cara se dibujó una sonrisa desde el minuto 1 y así continuó hasta el final. Reí, lloré, me emocioné, pero de pura felicidad. Pues no solo se aprendí a preparar una clase y bailar Dance Hall, Afro, Hip Hop, fue algo más. Viví momentos muy, muy especiales. Experimenté sensaciones increíbles, emociones junto a mis compañeras que nunca pensé que llegaría a sentir. Recuperé la confianza y gané en autoestima.
Gracias a mi certificación, estuve dando clases de baile a mis compañeros de la Asociación Parkinson Sevilla durante unos meses. Fue una experiencia inolvidable. Ver como poco a poco ellos también iban ganando confianza, movilidad, coordinación y de paso se divertían, fue fantástico
Tras un par de años, obtuve la certificación de monitora de FIt Gypsy Dance, flamenco terapéutico para personas con discapacidad. Otra preciosa experiencia, que me permitió dar alguna clase de Flamenco en silla en el Centro de día de mi Asociación .
Yo, evidentemente, no bailo como bailaba. Pero cuando lo hago disfruto como cuando era niña. Me olvido de todo, siento la música y me muevo como el cuerpo me permita ese día. Aunque tengo que decir que mientras hay música mi compañero de baile se deja llevar. Pero cuando la música termina…, es él quien dirige o intenta dirigir mis pasos.
El baile es maravilloso. Da igual si bailas mejor o peor, lo importante es disfrutar de ese momento, de la música. Y , de paso, aprovechar los múltiples beneficios que nos aporta: equilibrio, coordinación, flexibilidad, imaginación, ritmo, memoria. Además reduce el estrés y aumenta la confianza y la autoestima.
Por eso amigas, da igual si lo hacemos mejor o peor, da igual el tipo de música, el tipo de baile. Simplemente, anímate, y como decía mi profesora de Shaka Dance….dale al Play y disfruta bailando.
A mí me da la vida, por eso yo “Bailo con el Parkinson”.