Valientes

Valientes

Desde hace unos días vivo en una nube: ¡Andrés Suárez me ha escrito una canción!

Y , también desde hace días, me vienen a la cabeza un montón de imágenes en las que me ha acompañado Andrés.

Es verdad que le sigo hace tiempo, y que el insomnio y «Youtube» me permitieron descubrir ese directo que, creo que a todo el mundo que le escucha, le engancha.

Quizás el punto álgido de «nuestra relación», o eso creía yo , fue la pandemia y la cantidad de directos que celebró y yo escuchaba en soledad, cuando los niños dormían y yo por fin me rendía y me permitía llorar, mientras Agustín, mi marido, seguía grave en el hospital con el coronavirus.

Pero llegó aquel 21 de enero y todo cambió, quizás sin yo saberlo.

Andrés Suárez tocaba en Salamanca y hasta allí nos fuimos mi hermana y yo. Disfrutamos un montón. Vuelvo a decirlo: su directo es impresionante.

Pero llegó el momento en el que el señor Parkinson quiso ser otra vez protagonista de mi vida y al final del concierto se me bloqueó el pie, algo muy doloroso. Y mientras todo el mundo disfrutaba de esos últimos minutos de concierto, yo me moría de dolor.

Todo podía empeorar. Terminó el concierto y Andrés abandonó el escenario y el Palacio de los Congresos. Y mientras su grupo recogía el equipo, yo me seguía retorciendo de dolor. Sé que más de uno nos miraba como si fuésemos unas locas que querían conocer a Andrés. Tras un buen rato de malas miradas, nos decidimos a marcharnos pensando que al verme caminar se iban a dar cuenta de la realidad y nos ofrecerían ayuda. Yo lo único que quería era llegar a casa, y solo pensar en salir del Palacio, con ese dolor en el pie y el frío que hacía en Salamanca, me resultaba duro.

En fin, como os podéis imaginar, nadie nos dijo nada y poco a poco llegamos a casa, felices porque Andrés tiene esa capacidad en sus conciertos: hacerte feliz.

Pero yo , que soy una inquieta y no me conformo con nada, no estaba a gusto con lo que había pasado y me negaba a dejar que ese incidente quedara así. Así que decidí escribirle a Andrés contándole lo que había pasado. No me equivoqué, y la sencillez y empatía que muestra en las redes y en las letras, son ciertas haciendo de este mundo un mundo mejor.

El sábado después del concierto firmaba libros en una librería de Salamanca. Así que otra vez engañé a mi hermana para que me acompañase. En aquella época no me atrevía a hacer muchas cosas sola porque el párkinson avanzaba deprisa. Lo poco que hacía sola era por pura cabezonería.

Ese fin de semana hacía muchísimo frío en Salamanca, algo que nos afecta mucho a los enfermos de párkinson, o por lo menos a mí. Cuando vi la cola que había para que firmara Andrés, decidí pedir, por favor, que me dejaran sentarme dentro mientras mi hermana hacía la cola. Por desgracia se me volvió a agarrotar el pie, algo muy común hasta que me operaron en abril de este año. Cuando llegó nuestro turno intenté levantarme por todos los medios. Imposible, tuvo que ser Andrés quien se acercara a mi (te lo agradezco infinitamente). Con su naturalidad me hizo sentir a gusto y relajada.

Mientras mi hermana había llamado a Agustín para que viniese a recogernos porque yo era incapaz de caminar. Tuvo que llevarme en brazos hasta el coche. Al terminar las firmas, Andrés se acercó y allí nos quedamos hablando de la vida. Los trabajadores de la librería esperaron junto a nosotros con paciencia, intentando entre todos que se me pasara antes el rato. Quién me iba a decir que aquel momento iba a cambiar mi vida de esa manera y que, de un momento malo, un año después, Andrés Suárez me fuera a hacer un regalo tan increíble y tan maravilloso como el que me ha hecho.

Tras aquello cada uno continuó con su vida. Yo peleándome con el señor Parkinson que aunque quiere ganar la batalla no le dejo. La última batalla fue en abril cuando me operaron. Desde entonces estoy mejor y he vuelto a hacer cosas que antes me costaban un montón o no podía. Y sigo con muchos planes en la cabeza: hacer el Camino de Santiago, viajar más, disfrutar de la vida con mis cuatro hijos…lo que suele desear todo el mundo.

Y Andrés ha publicado un nuevo disco , y una canción maravillosa. Ha seguido tan sencillo y natural como cuando le conocí aquel día. Pero si queréis saber más escuchadle.

Ahora nuestros caminos se han vuelto a cruzar. Él me ha hecho dos regalos increíbles: la canción y la posibilidad de dar visibilidad a cómo nos afecta el párkinson a cada uno de nosotros esperando que se normalicen esos síntomas que nos afectan de manera tan cruel. Este es un regalo que nunca voy a poder devolverle.

Almudena Gómez 

https://youtu.be/Q90iO9ILU4I

 

 

 

 

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