La gratitud

«ISLAS DEL DESPERTAR» (Pedro García)

Basta de ser colillas apagadas

del cenicero de los mares.

Ombligos de la red,

sólo un placer de humanidad nos puede.

Vivimos como ardemos y pensamos,

con nuestro sentimiento de volcanes

y la melancolía de estar solos.

La pirotecnia de un amor de fondo

nos acelera el ir aunque parezca,

de tan veloz, cronómetro parado.

Esperar no es un fin.

Borrón y cuenta nueva a la molicie

de rumiar soledades.

Nuestro matalotaje de esperanzas

no oculta el puño de la rebeldía.

Y hemos roto el pijama del silencio.

Ni somos descendientes

de una lengua cortada

ni queremos sudar hiel y vinagre

ni seguir siendo súbditos

de una feria de olvidos.

No deseamos otras pertenencias

que no sean las alas de los vuelos.

 

Meditar con un poema es maravilloso, es capaz de llevarte de la mano a lugares íntimos desconocidos.

Hoy escuché al neurólogo Blas Bloem y decía que dos de tres personas con párkinson respondieron que «SÍ» a la pregunta «¿Hay algo positivo en tener la enfermedad de párkinson?».

¡Increíble!¡dos de tres!. Estas personas entrevistadas declararon que comían más sano, reduciendo el trabajo y pasando más tiempo con la familia. Sólo hay que ser conscientes del concepto del «lado positivo» que abre nuevas esperanzas.

Hay compañeros y compañeras que escriben desde el dolor y la visualización de sus síntomas, algo que puede estar bien para ellos. Sin embargo, nosotras queremos hacerlo desde la aceptación, las risas y el coraje de no ser más que una «colilla apagada», sino un puño de rebeldía, de esperanzas, de miedos, de fortalezas…

Para hablar de la enfermedad ya hay especialistas. Hablemos de sentimientos, de superación, de gratitud. Y de éste último concepto será del que hablemos.

Vivir la enfermedad desde la gratitud es un concepto del que cada día estamos más convencidas que está asociado al bienestar. Así lo avalan muchos estudios en los últimos años. Nos sobran motivos para estar agradecidas. La gratitud te lleva a valorara los aspectos positivos de tu vida, te ayuda a visibilizar tus virtudes y las de las personas que te rodean y te sitúa en el aquí y el ahora más que en todo lo que has perdido.

Lo mejor es que la gratitud crea adicción: cuanto más la practicamos, más necesitamos practicarla. Y es que la gratitud libera dopamina, ese bien tan preciado para nosotros. Además reduce el dolor, mejora la ansiedad y el estrés, favorece la calidad del sueño, potencia la empatía, reduce los pensamientos negativos, nos aleja del victimismo y la agresividad…y nos hace sonreír.

Te animamos a que tengas un cuaderno de gratitud. Escribe hasta de las cosas más sencillas de tu día, ¡qué bien me supo la manzana hoy!. Escribe también una carta de agradecimiento a alguien que ha sido importante para ti.

Ya sabes, de vez en cuando coge un poema y medita.

Paqui Ruiz

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