¿Por qué los tulipanes son el símbolo del Párkinson?

Un tulipán no se esfuerza para impresionar a nadie. No batalla para ser diferente de una rosa. No tiene que hacerlo pues es diferente. En el jardín hay lugar para ambos…por lo tanto solo se esmera en ser sí mismos, al hacerlo no podrá evitar brillar». Marianne Williamson

Los tulipanes, la tercera flor más común que existe, al igual que las personas que vivimos con la enfermedad de Párkinson  (la segunda enfermedad neurológica más común) existen en gran variedad y no existen dos iguales. Hay más de 3,000 variantes y mas de 150 especies alrededor del mundo. Además nuevas variantes son creadas regularmente. Al igual que la enfermedad que representa ésta puede llevar 20 años en el desarrollo del cultivo hasta que es puesta en exhibición en una florería.

Por eso creo que no hay mejor símbolo que el TULIPÁN para que nos represente como comunidad. Pues los tulipanes, al igual que nosotros, aunque parecen frágiles no lo son, como las personas que viven con párkinson tienen muchas capas y talentos ocultos. Por lo tanto, no es nada extraño que los tulipanes formen parte de la familia Liliácea, en la cual los lirios, el ajo, la cebolla y los espárragos son parte. Por eso, en tiempos de necesidad uno puede sustituir la cebolla por los tulipanes en las recetas comunes. 

Las personas con párkinson también pueden servir de gran inspiración para otros en tiempos difíciles por su capacidad de reinventarse acoplándose a la situación.  En el pasado y durante la segunda guerra mundial, la gente comía pan de tulipán cuando no había para comprar otros alimentos. Cuando las personas que padecen de párkinson no pueden ya ejercer sus labores previas se visten de púrpura y elevan trabajos cotidianos en algo extraordinario como por ejemplo hacer un vino de tulipán.

El tulipán, que fue cultivado en honor del Dr. James Parkinson en 1980 por el horticultor Van der Wergeld, es quizás el más representativo de la enfermedad. No sólo por el nombre sino porque este tulipán también tiene una enfermedad la cual le proporciona sus características, que le confiere un atractivo especial.  La belleza de la flor roja llamada “tulipán de párkinson” se encuentra en las ondas blancas que rodean sus pétalos. Estas ondas son creadas a causa de un virus que afecta a,, los tulipanes. Estas, al igual que nosotros, por ,el hecho de tener o ser tocados por una enfermedad no las hace menos hermosas ni valiosas, sino todo lo contrario. Su esplendor es mucho más grande y apreciado a causa de ser diferente a las otras flores del jardín.

Los tulipanes no tienen semilla sino bulbos, los cuales las hacen plantas vivientes antes de retoñar. Los camotes (bulbos) de los tulipanes llevan todas los nutrientes que necesitan dentro de sí para brotar en su momento debido. Nosotros somos de iguales. Estas flores, a pesar de sus bulbos, son bastante sensibles a las temperaturas y requieren de mucha atención, pero aún cuando son cortadas de su raíz pueden vivir y crecer hasta una pulgada más, siempre y cuando tengan suficiente agua, luz y cuidado. Nosotros de igual manera con el cuidado apropiado, aunque nos corten y nos separen de nuestra vida anterior, podemos seguir creciendo y desarrollándonos si tenemos los tratamientos necesarios. Con un poco de cuidado, atención y amor, ambos  (el tulipán y nosotros) podemos seguir inspirando y llenando de color a todos los que nos rodean. 

Nosotros al igual no podemos ser algo más de lo que somos a causa de la enfermedad que nos ha tocado vivir y de lo que llevamos dentro desde nuestro nacimiento. Pero somos en esencia unos preciosos tulipanes. No le neguemos entonces a nuestra existencia, ni nos comparemos unos a otros y mucho menos despreciemos nuestra aportación a la belleza de este mundo. Porque aún cuando sea efímera y delicada, nuestro brillo interior es capaz de transformar el mundo, como lo hace un tulipán en el centro de cualquier habitación.

María de León 

 

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