Mi «pequeño» peludo
Nuestras mascotas, esos peludos de cuatro patas, dicen que alivian el estrés, evitan que nos sintamos solos y si los sacamos a pasear, cosa que también contribuye a desestresarnos, nos dan entretenimiento, compañía y motivación.
Ayudan a fortalecer el sistema inmunológico, reducen el riesgo de desarrollar enfermedades respiratorias, y reducen el riesgo de sufrir una enfermedad cardíaca.
Leí un estudio que decía que jugar con sus mascotas, los participantes experimentaron una bajada de la presión arterial, de la frecuencia cardíaca y la ansiedad.
El perro de mi hijo es un american stanford, les aseguro que la gente se impresiona cuando lo ve, pero es quien está toda la mañana haciéndome compañía. Muchos de vosotros sabéis que cuando hablo por teléfono o estoy en una videollamada requiere mi atención y ladra, me da golpes con el hocico, pero es tan cariñoso como bruto.
La primera vez que me vio llorar, esa es otra historia, se sentó a mi lado y apoyó su cabeza en mis piernas, le dije «tranquilo, no pasa nada», entonces fue a buscar su pelota y me la trajo para jugar. Cuando llego a casa, mejor dicho antes de llegar, ya lo oigo ladrar y no para hasta que abrimos la puerta.
Cuando he estado pachucha, se tumba a los pies de mi cama, creo que sabe que algo me sucede.
Muchas veces pienso que es el único amigo que no me juzga, ni me va a fallar, ni a mentir, ni es un adulador, y estoy segura que si usará Instagram éste se llenaría de corazones.
En definitiva, esos amigos no humanos a los que queremos nos brindan compañía y afecto. Por cierto, nuestra querida Sonia no tiene perro sino un canario, el cual en cuanto nos oye hablar se pone a cantar.
¿Y tú? ¿Qué te aporta tu amigo no humano?
Paqui Ruiz