Mi historia con el párkinson
Bueno, os voy a contar por encima todo lo que me ha pasado durante años, sin sentido aparente hasta el momento del diagnóstico.
Mis padres han intentado siempre criarme de forma que no sufriera, que no padeciera y sintiera lo justo. Mientras fui joven estuvo genial, hasta empezó la racha de mala suerte, esa que te dicen, tranquila “después de la tormenta siempre lleva la calma”… En 2008 empezó esa racha.
Comenzó cuando perdí el trabajo de mi vida, con el que hacia que mi padre estuviera orgulloso de mí. Intente volver, opositar, pero no fue posible porque tuvieron que realizarme una operación de visión y me dejaron sin corneas.
Nunca paré de trabajar o estudiar, no podía quedarme quieta. Eso hacía que no me comieran mis demonios…
En ese tiempo, me quede embarazada dos veces pero, tristemente, los perdí. El último fue un golpe muy duro. Entonces me diagnosticaran “anestesia emocional”. Mi padre llevaba muchos años con Alzheimer y venía lo peor…
Dejé a mi pareja y dejé mi trabajo en una tienda de ropa de bebés que cuando lo encontré pensé: bueno será como una terapia de choque.
Pasamos la pandemia,24/7 controlando, cuidando, alimentando a mi padre…años sin poder dormir, ansiedad, estrés, dolores sin sentido… Me mandaron todo tipo de ansiolíticos y antidepresivos porque decían que llevaba mucho tiempo sola pero no funcionaba nada.
Finalmente mi padre falleció en mayo del año pasado. A los pocos días, mi madre, que había comenzado a tener problemas de demencia, tenía cita con el neurólogo. Durante la consulta el neurólogo no dejaba de mirarme la mano. De repente, no sé porqué, me hizo caminar, dejando en segundo plano a mi madre. Me preguntó si dormía bien o si sentía dolores, me hizo hacer un par de movimientos y detectó mi rigidez. Me solicitó con urgencia un datscan cerebral.
Mi siguiente visita fue con los resultados. Me miró y me confirmó que tenia Parkinson con 39 años. No reaccioné. Me sentía quizás un poco tranquila por descubrir que no era un tumor en la cabeza y que mis síntomas no eran porque estaba loca. Él pensó que no lo había entendido. No lloré, no cambié el gesto… Siempre dice que tengo mucha fuerza mental, pero creo que es actitud, humor y ganas. Mi único miedo, es tener que depender de alguien, porque por mucha actitud que tenga, llegará.
Maribel Fuentes