Todo lo que quisiste explicar

Leo un artículo de Heather Kennedy, abogada y escritora, sobre la importancia de que las mujeres hablemos abiertamente de los síntomas de párkinson que más nos avergüenzan. El texto va acompañado de una foto suya, es joven, 49 años, parece carismática, mirada desafiante, muy guapa. Pienso que ha tomado una decisión sobre cómo vivir esta enfermedad, sin complejos, una decisión meditada, una decisión también difícil. Ser honesto es difícil, no tanto porque los demás vean tus puntos más vulnerables sino por lo que supone de aceptación de uno mismo. Sospecho que esta mujer, que me parece un cañón de tía, tomó la decisión de hablar de sus síntomas con toda la desvergüenza. Seguramente, a partir de ahí, aceptó a la Heather Kennedy que es y no a la que aún se agarraba, la de antes de recibir el diagnóstico de párkinson. Porque las mujeres que tenemos párkinson tenemos dos fechas clave, la de nacimiento y la del diagnóstico de párkinson. La primera indica la edad y la segunda es un punto y aparte en la identidad de una. La identidad es la proyección íntima que tenemos todos de nosotros mismos, según se acerca más a la realidad estamos más alineados o más alienados. Heather Kennedy explica con descaro que padece incontinencia urinaria y que prefiere mearse en los pantalones que llevar pañal porque “no es sexy”, dice. Explica también que ahora tiene la líbido por los suelos, “¡algo inusual!”, dice. Explica que a las mujeres nos cuesta hablar del Trastorno de Control de Impulsos, de la hipersexualidad que provoca, y de otras compulsiones que padeció como limpiar los armarios obsesivamente o la adicción a las compras. Yo los he sufrido todos, uno por uno y cada uno de estos síntomas. Creo que pasé tanto estrés para esconderlos que por padecerlos. Me aferraba a la mujer que era y por eso escondía las bolsas de las tiendas en un armario, me esperaba a que mi pareja estuviera en la cama para ordenar la cocina, mi deseo sexual era tan exagerado que dejé de compartirlo y me aislé, y la verdad es que es jodido disimular que llevas el pantalón mojado. Me costó mucho esconderlo de cara a los demás pero creo que fue peor escondérmelo a mí misma. De hecho, todos esos síntomas han mejorado desde que los ventilo. La aceptación me ha facilitado su gestión, su previsión y remedio, si lo hay, incluso le he dado a mi neurólogo más herramientas. Pero, sobre todo, estoy más relajada, menos comprometida con la imagen y más con mi cuerpo. Me gusta. Y, ¿vosotras? ¿Qué síntomas queréis decir pero no os atrevéis a explicar?

Tere Borque 

Lee el artículo de Heather Kennedy aquí:

https://parkinsonslife.eu/women-parkinsons-menopause-heather-kennedy/

Scroll al inicio