Mochila, una forma de cargar el párkinson

 

Todo comenzó hace aproximadamente cuatro años. Dolores, cansancio, todo era normal. Trabajo,  estrés, casa, niños…Pero el dolor de hombro era insoportable. Comenzó mi visita al traumatólogo, resonancia, etc. Notaba que algo pasaba, en el fondo sabes que algo no va bien. Masajes, fisio, acupuntura, pilates, y un largo etcétera.

Todos te aconsejan que vayas al neurólogo. Noto que mi mano izquierda va lenta y me cuesta hacer cosas y cuando intentas hacer presión noto algo de temblor. Tú misma dices ¡va, esto no es nada!, no quieres verlo. Llegó el día de la visita al neurólogo. Tres pruebas físicas y sin mirarte a la cara… ¡pum! diagnóstico, ¡posible párkinson!, se te cae el mundo encima. El mismo día comienza la  medicación y a partir de ahí todo cambia. 
 
En abril hará dos años que llevo mi mochila. A pesar de que, desde entonces, ha sido una odisea por cambios de medicación constantes, no he decaído. Lucho día a día con mis ejercicios. Hago baile flamenco y pilates. El ejercicio físico me da fuerzas y mientras lo practico es el momento más agradable, no noto la mochila.
 
Actitud positiva, ante los dolores y síntomas.
El ejercicio y movimiento hacen que esta mochila pese menos.

Inma García

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