Huir hacia adelante, aceptando, asumiendo y agradeciendo a la vida

Cuando recibes el diagnóstico de una enfermedad no es agradable, no apetece oírlo. Y al fin y al cabo, oírlo es lo de menos, lo potente viene después.

Si además se trata del diagnóstico de una enfermedad generativa, sin cura y te encuentras en la treintena, con un bebé y toda una vida por delante llena de proyectos , ese diagnóstico retumba aún más.

Hay pocas opciones y en cuestión de segundos te cambia la percepción de muchos aspectos la vida. Cuando llegas a casa, sientes que tu vida se ha derrumbado por completo, y en cierto modo es así. De hecho, debe ser  así, porque la sacudida es tremenda. Y ahora toca construir , empezar de nuevo, renacer y reinventarse.

Porque seamos realista, nuestra vida no volverá a ser la de antes. Reinventémonos de tal forma que no echemos de menos lo anterior y vivamos con ilusión cada día.

Tomé la decisión de seguir hacía adelante, disfrutar de la vida, la familia, los amigos, el trabajo. Una vez aceptado, y sin miedo a enfrentarme a lo  que está por venir, he de decir que también tengo mucho que agradecer en esta vida. (incluso, al Parkinson).

Agradezco la familia que tengo, la educación recibida que me ha preparado para afrontar todo esto. Agradezco que me hayan transmitido las ganas de vivir y disfrutar la VIDA.

Y al párkinson, que se presentó sin avisar y además para quedarse, le agradezco que me haya dado otra visión de la vida, que le pusiera freno (que buena falta me hace) y que me haya dado cuenta de que los límites nos los ponemos nosotros mismos. No se trata de ser el primero, la vida es mucho más.

Se trata de llegar disfrutando del camino recorrido. Y tengo claro que alcanzaré mis metas, con más o menos dificultad que otros, pero con la certeza de disfrutar de cada minuto, de levantarme al caer, de saber pedir ayuda y dejarse ayudar. Al fin y al cabo se trata de tirar para adelante no «a pesar de…»sino además de»

 

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