Hoy

 

Hoy mi abuela hubiera cumplido 108 años. Hace doce años y medio que falleció y cada día me acuerdo un poquito de ella. Mi abuela era una persona muy inteligente, en el sentido más amplio de la palabra. Y es que la verdadera inteligencia es aquella que viene acompañada de la generosidad y la empatía que solo las mentes más brillantes y moralmente superiores son capaces de alcanzar.

Julia, así se llamaba mi abuela, fue una mujer excepcional. Una persona bella por dentro y por fuera y con una personalidad impactante para una mujer nacida a principios del siglo pasado.

Mi abuela fue como una madre para mí, sin dejar nunca de ser abuela. Cuando yo era una niña mi abuela decía que tenía una fotografía suya de pequeña en la que era igualita a mí. O yo a ella.

Mi abuela tuvo la Enfermedad de Parkinson y la vivió hasta el último minuto con aceptación y resiliencia.

Me honra haber recibido el legado genético de mi abuela, a pesar del párkinson, si ello significa que también he heredado alguna cosa más de su talentosa idiosincrasia.

Dicen que no es recomendable empezar un texto con un adverbio temporal porque el paso del tiempo es inevitable. Hoy me he saltado esa norma porque algunos recuerdos son más grandes que el tiempo.

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