Aprendiendo a cuidar

Os acabo de conocer y quiero presentarme. Soy Marta, tengo 51 años y Parkinson diagnosticado hace 6. Los síntomas se remontan a hace más de 10 años, aunque ya conocéis el laberinto que hay que recorrer entre consultas de todas las especialidades hasta que alguien te da una pastillita de Levodopa y te pones en marcha. 

Ponerle nombre a lo que me ocurría fue para mi un alivio. Al fin podía disfrutar de un tratamiento más o menos certero y orientar mi vida acorde a mis circunstancias presentes y futuras.

Los síntomas más acuciantes del Parkinson coincidieron con una menopausia galopante. Además tuve a mi hija pequeña con 43 años, así que casi junté puerperio, menopausia y Parkinson. Como podéis imaginar en un blog de mujeres con Parkinson me siento como pez en el agua.

Mi vida siempre a sido “a tope de gama”. Trabajo de responsabilidad y familia numerosa a edad avanzada. Así que el Parkinson, que debió haber sido el freno a todo eso, en realidad se convirtió en pasar de ser Súper-woman, a Súper- ama de casa, ¿os suena?

He tenido la gran suerte de ser alertada desde el principio de los síntomas más incapacitantes de esta enfermedad. Y es que no son los sólo los síntomas motores más evidentes los que te roban la calidad de vida, el riesgo de depresión, las alteraciones del humor – o mejor, del mal humor- el insomnio o la tendencia al aislamiento son los verdaderos caballos de Troya.

Me vi obligada a abandonar mi profesión, pero el trabajo de casa con niños pequeños continuó, aún con las dificultades de movilidad que tengo. De eso no te jubilas jamás. Sumé que mis padres octogenarios comenzaron a necesitar más atención y me convertí en el eje de mi casa y de la suya. Así que cuando más necesitaba cuidarme y que me cuidasen, más sumé la carga de cuidar de otros.

No sé cómo vive un hombre esta circunstancia pero yo, como mujer, he sentido que volvía a las cavernas, limpiando la cueva y criando y educando hijos y padres mientras esperaba que alguien trajese sustento que cocinar. No cabe duda de que es sólo un sentimiento, me avisaron de ello, por lo que mi batalla es cambiar ese sentimiento y no permitirme decaer en él. Mi autoestima por encima de todo.

Mis amigos han sido la clave, proponiéndome retos en los que volcar mis capacidades. Comencé a colaborar en el blog de mi neuróloga y amiga Dra. Kurtis (Neurofriendly), de ahí surgió la posibilidad de publicar un libro, “Aprendiendo a cuidar” de Ed. Larousse, y sigo sumando nuevos proyectos que me llenan de satisfacción y orgullo. Espero que colaborar con “con P de Parkinson” sea otro de esos satisfactorios proyectos. Porque ayudar a afrontar la adversidad, trabajar la resiliencia, visibilizar la capacidad de superación y colaborar para sentirnos MUY MUJERES frente a nuestro Parkinson es un reto realmente PRECIOSO.

Gracias por permitirme colaborar.

 

Marta Val Gámez 

 

 

Scroll al inicio