Quiero contar mi experiencia con el Párkinson. Todo comenzó hace más de 12 años…
Siempre fui muy deportista y en 2009 decidí correr la maratón de Nueva York. No era mi primera maratón. Me gustaba desafiar nuevos retos. Por entonces tenía 49 años.
Tras finalizar una carrera de este tipo (42 km y 195 m.) siempre es necesario un tiempo de un mes, al menos, de recuperación. Pero por algún motivo, a diferencia de otras carreras, sentí que me costaba mucho más…
Pensé “¡¡Estoy llegando a los 50!! Ya no me resulta tan fácil volver a la normalidad.”
Me sentía tan cansada que decidí bajar el ritmo de entrenamiento y sustituirlo por la natación que era más saludable.
Tras un mes de natación, comencé a sentir un dolor desgarrador en mi brazo derecho. Y ahí comencé mis “paseos” por todas las consultas de especialistas en medicina deportiva y traumatólogos del país, buscando una lesión por exceso de entrenamiento. Hasta que uno de los traumatólogos me remitió a un neurólogo…¡Ese momento fue increíble! Jamás se me había ocurrido pensar en una enfermedad como el Párkinson de la que desconocía su sintomatología.
Bueno, tras 2 años de consulta todos los meses, me confirmaron el diagnóstico. Sentí como si un rayo me hubiese partido la cabeza… Lloré sin parar, abrazada a mis perros y no quería ver a nadie.
Tras 48 horas llorando, comencé a preguntarme a mí misma qué solucionaba llorando. Era el momento de asumir y enfrentar la realidad. A partir de ese momento me di cuenta que iba a convivir el resto de mi vida con Mr. Párkinson así que sería mejor llevarse bien con él.
Comencé a decirme a mí misma que nada malo me iba a suceder a mí. Que si me había tocado vivir esto es porque soy fuerte y tengo que cumplir una hermosa misión: ayudar de alguna manera a los que les cuesta más aceptarlo.
Empecé a tener contacto con gente joven que tiene Párkinson (se fue dando solo, sin que yo lo buscara).
Llegó un momento en que me llamaban desde muchos lugares del país hombres y mujeres jóvenes con Párkinson que querían que yo simplemente les cuente mi experiencia.
Hoy, después de más de 12 años de mi primer síntoma visible, sigo igual, es decir, con temblor en el lado derecho y ningún otro síntoma grave. Por eso no he comenzado a tomar levodopa.
Solo quiero agregar que de alguna manera, el Párkinson me enseñó a ser mejor persona y a entender que la Mujer Maravilla no existe y que todas las exigencias físicas que me auto imponía no me iban a conducir a ningún lado. La actividad física es lo más importante pero hecha con moderación y cuidado. Las exageraciones sólo sirven para querer demostrar fortalezas sobrenaturales que nada tienen que ver con la realidad.
Disculpadme si me extendí mucho, pero creo que cada testimonio puede ser un rayo de luz que ingrese en algún corazón que esté por rendirse.
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