Dicen que no sabes lo fuerte que eres hasta que ser fuerte es la única opción.
Soy Ana, tengo 40 años y hace 9 me diagnosticaron párkinson. Yo siempre tuve claro qué quería ser de mayor: quería ser mamá. Ser madre y formar una familia. Tuve la suerte de encontrar muy joven a la persona indicada para compartir mis deseos e ilusiones. Un hombre optimista, alegre, deportista, divertido…el mejor padre para mis hijos y el amor de mi vida.
Y justo cuando acababa de alcanzar mi sueño, empecé a notar los primeros síntomas: la pérdida de fuerza en el brazo, rigidez, mareos…Pensé que era debido a una contractura pero tras varias radiografías de cuello, visita a l otorrino… mi médica de cabecera me derivó al neurólogo que me dijo: “Tienes párkinson juvenil”.
No me lo tomé muy bien porque en ese momento estaba muy pendiente de mi bebé. Además seguía yendo al gimnasio y haciendo vida normal.
Como me encontraba bien, le expresé a mi neurólogo mi deseo de volver a ser madre para que mi hijo tuviera un hermano. Dejé el poco tratamiento que tomaba en ese momento y me quedé embarazada de nuevo. El momento en el que vi dos corazones en la ecografía me causó un shock. Una nueva aventura con tres bebés que no me dejaba tiempo para pensar en la enfermedad.
A partir de entonces empecé a encontrarme un poco peor (de ánimo y movilidad) y decidí acudir a la Asociación de párkinson de Granada donde conocí a su presidenta: una mujer ejemplar, valiente, luchadora y humana que me hizo ver cómo se puede vivir día a día con la enfermedad.
Comencé a asistir a sesiones de fisioterapia y allí conocí a la gran familia que forman los afectados como yo. Son personas atentas, luchadoras, empáticas, que vemos la vida de otra manera, dándole valor a las pequeñas cosas.
Ahora noto cómo la enfermedad progresa. Tengo mis días buenos y otros no tan buenos… pero gracias a Con P de párkinson me doy cuenta que hay muchas mujeres valientes, luchadoras y vitales que siempre están dispuestas a ayudar, a dar visibilidad al “señor P”y a transmitir alegría cada día…
Para mí lo peor de todo son los altibajos continuos, que tengo que gestionar y aceptar y que gracias a Juana Millán poco a poco lo voy consiguiendo. Ella me ha ayudado mucho con su trabajo e interés y me da las herramientas para lograr el trabajo personal y continuo que hago cada momento del día. Un trabajo personal duro pero a la vez gratificante que, junto al apoyo de mi familia, a la que amo, y a la ayuda incondicional de mis padres, hacen que, aun teniendo párkinson, sea una persona muy FELIZ, Gracias y “happy live”.
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